El Concepto Moderno de Trabajo
La noción moderna del concepto de trabajo, tal como ha sido formalizado por la economía política clásica, remite a una doble definición
La primera se presenta como antropológica, como constituyendo una característica general y genérica de la acción humana. Para Marx (1867-1965), el trabajo es en principio un acto que sucede entre el hombre y la naturaleza. El hombre desempeña frente a la naturaleza el papel de una potencia natural específica. Pone en movimiento su inteligencia y sus fuerzas con el fin de asimilar materias para darles una forma útil para su vida. Al mismo tiempo que actúa por este movimiento sobre la naturaleza exterior y la modifica, él modifica su propia naturaleza y desarrolla las facultades que se encuentran latentes.
La segunda definición reinterpreta la primera indicando que los intercambios entre el hombre y la naturaleza se producen todos los días dentro de condiciones sociales determinadas:
¿nos encontramos en las condiciones del artesano, del esclavo, del asalariado? ¿El trabajo útil
se ejecuta bajo el látigo del capataz de esclavos o bajo el ojo interesado del capitalista? Es
a partir de esta segunda reinterpretación que el concepto de trabajo asalariado queda analizado: el asalariado trabaja bajo el control del capitalista, al cual le pertenece el producto de su trabajo.
Esta doble definición tiene el mérito de ubicar a la actividad del trabajo en el lugar preciso de una superposición de dos tipos de relaciones
(hombre/naturaleza y hombre/hombre), aunque sigue siendo enormemente insuficiente.
Primeramente, porque ella parte de un modelo asexuado del trabajo. El sujeto del trabajo
–el hombre– es presentado, en esta definición, como universal: de hecho es el masculino el que
es erigido como universal. En segundo lugar, permanece también, en otro registro, problemático en la medida en que las relaciones suscitadas no se comprenden de manera idéntica.
Las relaciones hombre/naturaleza corren el riesgo de ser naturalizadas y estancarse como
un zócalo inmutable de la producción de la vida humana, mientras que las relaciones –las condiciones sociales del trabajo– son historizadas.
Esta doble definición no puede por lo tanto seguir siendo pertinente a menos que se traten
a las relaciones de una manera historizada, haciendo posible que la sexuación se tenga en cuenta.